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Algoncas | 16:32

Venciendo a quienes nos roban nuestra economia

Vivir una vida de tranquilidad en prosperidad económica implica varios principios que debemos tener en cuenta y por supuesto dejar de lado ese falso concepto de que el creyente debe vivir en la pobreza para ser bueno, pues lo que Dios nos pide en su palabra es que no nos olvidemos de él, de sus mandamientos y preceptos al ser prosperados: ..."no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente" (Dt.8:13-14) 

Aunque este es un tema para el debate en esta ocasión nos centraremos en tres debilidades que vigilar atentamente para no caer en la trampa de la idolatría y por lo tanto frenar nuestra prosperidad: Egoísmo, mala administración y falta de diligencia al ofrendar.

Como vimos en nuestro articulo anterior "Decile no a las deudas y viví una vida victoriosa", el contraer deudas produce en nuestras vidas "ataduras demoníacas" que nos ponen bajo servidumbre del fiador (Pr. 22:7). No obstante si somos precavidos -aunque personalmente tampoco estoy de acuerdo- podremos tomar un crédito, siempre y cuando sepamos que el dinero para afrontar el pago de la cuota 'nos sobra' pues de esa manera nuestro gasto se convierte en inversión.

Debemos tener en cuenta que nuestra mayordomía significa 'que somos siervos que gozamos de la plena confianza de todas las riquezas que el Señor nos deposito en nuestras manos para que administremos' por lo que  si malgastamos nuestras posesiones o el dinero para nuestros deleites y no para la edificación del cuerpo de Cristo podemos caer en la codicia y por consiguiente en el egoísmo.

La Biblia dice: "De Jehova es la tierra y su plenitud; El mundo y los que en el habitan" (Sal. 24:1). Un concepto demasiado importante para tener en claro y así poder recapacitar que nada de lo que le entregamos a Dios, le estamos dando. Pues todo es de él "...y de lo recibido de tus manos te damos" (1Cr, 29:14).

"El ofrendar es una cuestión de fe, no de lo que tenemos"

No hace falta recalcarlo pero cuan cierto es que los que ofrendan voluntariamente son bendecidos por Dios, puesto que Jehova Dios no nos pide que demos por su necesidad sino porque el quiere bendecirnos. "El no es pobre, no obstante nos pide que ofrendemos. El no necesita ser bendecido, no obstante nosotros si".

Sin embargo esta es la mayor prueba que puede tener el ser humano -y la mas fácil de vencer- ya que al hacerle lugar, la codicia nos lleva a colocar nuestros intereses en primer lugar y al Señor en un segundo plano transformando al dinero en idolatría. 

"En Mateo 6:24, Jesús enseñó acerca de dos amos (señores) entre quienes deberá escoger servir: a Dios o a las riquezas -en el original Mammón-. Mammón era el nombre del dios pagano de la riqueza y prosperidad. Al usar el nombre como Jesús lo hizo, Él estaba señalando también que existe una potestad demoníaca que controla la mayoría de las riquezas de este mundo" (El Cayado del Pastor, lección A2 8).

Debemos tener cuidado con darle lugar al egoísmo y a la codicia en nuestros pensamientos pues es un arma que Satanás sabe utilizar muy sutilmente para hacernos caer en un pecado tan común como es la idolatría que es el amar a cualquier otra cosa por sobre Dios en nuestra mente, corazón y alma (Mt. 22:37). 

¿Quienes son ricos?

Jesús en camino a Jerusalem para ser crucificado mantuvo una conversación con un comerciante que le pregunto ¿que se debía hacer para heredar la vida eterna?. El Señor le respondió con astucia describiendo los mandamientos desde el segundo al quinto sabiendo lo que había en el corazón de ese mercader que contesto que el era respetuoso de esos mandamientos para posteriormente resaltarle que aun le faltaba respetar uno. El primero y mas importante: dejar la idolatría. En su caso las posesiones y hacer tesoros en los cielos. (Lc. 18:22)

La tristeza de este hombre hizo que Jesucristo declarara "¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen RIQUEZAS!" (Lc 18:24), recibiendo como contestación por parte de los que le oyeron ¿Quien pues, podrá, ser salvo?. Una respuesta que en su simpleza tiene una profundidad asombrosa pues todos los humanos están apegados a sus riquezas, sean estas pocas o muchas.
Por lo tanto, no hace falta ser rico para caer en la codicia, solo hace falta que nuestra economía controle cualquier decisión que tomemos.

Por último y aunque este tema lo trataremos con mayor profundidad en otro capitulo el diezmo nos hace vivir bajo la cobertura de Dios, pues el se ocupara e reprender al devorador de nuestra economía. "Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos". (Malaquias 3:11)

1 Comentario

  1. Al escribir este articulo después de mi devocional diario leyendo el Evangelio de San Lucas lo que mas me llamo la atención fue la demostración de la divinidad de Cristo al dejar para la respuesta a su primer respuesta el primer mandamiento. Anticipándose a lo que había en el corazón de esos hombres que no es otra cosa que Idolatría.
    ¿Cuantas veces ponemos en nuestro corazón cosas que anteceden a nuestra relación personal con Dios?

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