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Algoncas | 18:25

EL TABERNACULO: Nuestro cuerpo.

Hoy vamos a comenzar un estudio sobre el tabernáculo, algunas secciones ya están escritas por lo que las publicare rápidamente, otras deberán tener paciencia pues escribir es fácil pero escribir con sabiduría de Dios (Stgo 1:7) lleva su tiempo. Una vez terminado el estudio publicaremos el PDF completo así tienen el apunte completo para compartir.


Introducción

El hombre desde un principio ha sentido el deseo y la inquietud de construir un lugar en donde habitar y protegerse. Pero también en donde poder adorar a su dios.

Como ejemplo de ello podemos citar; las pirámides del pueblo egipcio o aquí en América a las pirámides y monumentos de las culturas azteca o inca, también podemos recordar aquellos grandes templos de la edad media en Europa. 

No obstante esta búsqueda el Señor, nuestro Dios ya nos había dado nuestra habitación o lugar donde vivir y “adorarlo” a Él. ¡LA TIERRA! Y es también en ella donde podemos encontrar todos los materiales necesarios para la construcción del tabernáculo o templo.
Génesis 1:28 Los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla, ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se muevan sobre la tierra.
El Padre creo y puso, al hombre para cuidar de su templo y le delego toda autoridad sobre el mismo.

Para entender esto veamos la tarea que debe cumplir un jardinero: el tal debe de desmalezar, regar, sembrar, podar, construir fuentes, canteros, vallados y muchas otras cosas más que son para cuidar y embellecer. Ahora bien cada un de ustedes póngase en el lugar de aquel jardinero y piense para si, ¿que es lo que querría y requeriría el dueño del jardín, de cada uno de ustedes para con su jardín? ¿Le gustaría al dueño encontrar abrojos y yuyos, árboles quemados y animales muertos por doquier, en su jardín? ¿O más bien querría encontrarse con algo bien cuidado, que le den ganas de sentarse a contemplarlo?

Recuerdo que cuando yo me encontraba en el “mundo”, pensaba y creía de una manera distinta a la que hoy pienso de cómo se debía de adorar, a Dios, y se que muchas mas personas hoy en día se encuentran en la misma manera en que yo estaba: “equivocado”, no porque ellos no sepan sino porque son engañados por medio de falsas enseñanzas. A Dios no se le razona, solo se le cree y si crees obedeces, así de simple, pero ten cuidado no todos los que aparentan predicar sus enseñanzas, así lo hacen.

Sin embargo hoy puedo decir que se cual es la manera correcta, no porque me la hallan enseñado los hombres, sino porque también he podido corroborarlo en las Sagradas Escrituras, hoy se que el adorar a Dios significa el poder contemplarlo a Él, el poder meditar en El y pasar tiempo en su gozo. Y verdaderamente creo para mis adentros que Dios desea lo mismo de nosotros, el desea poder decir de nosotros “¡que hermoso jardín que tu tienes, que bien que mi hijo\a a trabajado en su cuidado!”, el desea adorarte, y desea adoradores pero verdaderos adoradores. (Jn 4:23)

Ponte ahora en el lugar del dueño del jardín, y piensa que sucedería si tú entraras a tu jardín y te encontraras con un sitio baldío o un campo de batalla. ¿Cómo seria tu reacción, para con aquel que tu le has delegado la responsabilidad de cuidar de el? Pero piensa también, cual sería esa reacción si encontraras un lugar digno de admiración algo totalmente hermoso, ¿no te sentarías a mirarlo y cuando se acerque el cuidador a hablarte solo le dirías? ¡SHH! Calla y siéntate a mi lado. (Mt 25:23)

Recuerda: un templo es algo para contemplar. Dios primero hizo la tierra y el hombre no pudo cumplir con el cuidado que se le había delegado. Después el Señor permitió que se hiciera un lugar u habitación para que el hombre pudiese ir en busca de su presencia, pero el hombre se puso a idolatrar las figuras de su propia creación en vez de buscar al Dios verdadero y entender que todos los utensilios que había en el templo eran un instrumento para adorar y representar esa adoración. 

El Padre por su gran amor por cada uno de los que somos su creación envió a su Hijo y este por su sacrificio permitió que hoy cada uno de nosotros sea ese templo en donde habita su presencia. (1Co 3:16) Así y todo de que se trata de nuestro propio cuerpo algunas personas no pueden cumplir con ese cuidado, exigiéndolo de diversas formas y maneras distintas, hoy se ha hecho popular la idea de idolatrar nuestro propio cuerpo, (¿no será que la historia se repite?), volvemos a dar mayor importancia al templo que al Señor que habita en el.

No digo, ni quiero que se mal interprete mis dichos, es necesario que cuidemos del cuerpo, pero siempre que lo hagamos dentro de la voluntad de Dios, aprendamos a tener cuidado con el despreciar nuestro cuerpo y a hacer caso de aquellas enseñanzas que los hombres cada día inventan y maquinan con nuevas artimañas para destruir este templo. Recuerda: la ley es espiritual… (Ro. 7:14)

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